lunes, 30 de mayo de 2016

SANTA JUANA DE ARCO

Siempre me gustó la vida de santa Juana.

Es extraña: piadosa y combativa; yo diría miliciana.

Se dice que hay santos que son más para admirar que para imitar. Y en cierto sentido es verdad: pero yo digo lo siguiente: la admiración quiérase o no, lleva a la imitación y aquí concuerdo con un monje trapense llamado M. Raymond que decía que imitar no es lo mismo que reproducir. O sea, si un varón quisiera ser caballero (como los caballeros medievales) con su novia o con cualquier otra muchacha, no tiene que vestirse como el Quijote y salir a dar manosdobles; le basta con ser siempre atento a sus necesidades, desde correrle la silla o invitarla a comer de vez en cuando –y pagar, aunque la novia coma mucho-; o defenderla eventualmente de algún loco desairado, que ya los hubo antes y los seguirá habiendo. Eso, al fin y al cabo – la solicitud a la necesidad del otro- es el espíritu caballeresco.
Dicho esto veamos ahora porqué me gusta tanto doña Juanita de Arco. Por lo que ya dije antes: es bien miliciana. La vida miliciana bien vivida fascina, admira. Veamos bien a Juana; doy por supuesto que conocen su vida y solo marco algunos hechos:

A los trece o catorce años comienza a oír voces que poco a poco le van revelando una misión sobrenatural: ¡Salvar Francia! (menuda misión para una campesina del siglo XV). Los ingleses –que raro los ingleses- arrasaban sus dominios, humillaban a su gente, desposeían sus templos y monasterios, se quedaban con sus tierras… y ningún compatriota, militar o real, podía evitarlo… ella sí.

Pasan varios años hasta que se lanza a la misión, y una vez lanzada nadie puede detenerla; esta pequeña doncella de Orleáns se convierte a los diecisiete años en la heroína de una nación poderosa pero fuertemente devastada como lo era la Francia medieval. En el medio vienen viajes, batallas, calores, fríos, hambre, y victorias; batallas y victorias.
Finalmente muere traicionada y en una hoguera. Algunos consideraran a esto como una pérdida, dejemos que ella misma lo refiera:
(le preguntaba el tribunal a Juana si era un ángel el que le hablaba)
-¿Era San Miguel, el mismo que se os apareció al principio?
-El mismo.
-¿Os habría fallado entonces, al menos para los bienes de éste mundo?
-Puesto que era la voluntad de Dios, mejor habrá sido que yo fuera apresada.
Me viene a la mente aquel poema:
¿Qué es la muerte? Una ganancia
Do el mayor bien se alcanza…
Ninguna crónica lo refiere, pero yo la imagino repitiendo aquella frase de san Pablo: Bonum certamen certavi – he combatido el buen combate-.

Bien ¿en qué se parece esto que narramos con la vida de una adalid de hoy? Primero que ambas tienen entre catorce y diecisiete años, pero parece que en nada más… Juana de Arco vivía en un tiempo convulsionado de guerras pero fuertemente arraigado en una identidad fortísima: la Cultura Católica. Ella es producto de esta cultura, pero a la vez es una santa innovadora. Europa se había asentado ya en la base del modelo monacal y caballeresco, ambos a su manera desparramaban virtudes heroicas; Juana conjuga una y otra actividad, ambas propias de los hombres. Y utiliza una ardua labor, que tenía como cimientos una gran interioridad y sobrenatural contemplación, para salvar a su patria.
Juana descubre la misión a los 13 o 14 años; es, según yo, la edad ideal, porque allí una empieza a hacerse mujercita de verdad, o no. Y ya desde ese momento comienza la batalla: Juana de Arco se hizo esperar, tanto que el Señor se lo reprochó:
-¡Yo te lo mando! Le dijo.
¡Terrible exhortación tuvo que hacerle! Parece que la hubiese mandado a releer este salmo que dice:
El Señor está conmigo, nada temo
El Señor está conmigo
¿Quién podrá contra mí?

Después que una adalid empieza a escuchar el llamado de Dios tiene que ir prestando atención, porque después del llamado viene la misión; y yo tengo que entrenarme para eso ¿dónde? En lo ordinario: por ahora en el Ruca, en mi familia y en el colegio. Esos son hoy mis espacios de salvación
-¡pero yo quiero otras batallas! Dicen sin estar preparadas
Y cuando lleguen las otras batallas querrán volver al colegio…
Por eso es importante vivir el día santamente, lo demás vendrá después.

Parece fácil este entrenamiento; no nos engañemos porque no lo es. Juana de Arco vivió una historia extraordinaria en la Francia del siglo XV, a ustedes les toca vivir una historia ordinaria en la Argentina del siglo XXI, y no sé qué es más difícil. Lo que sí sé es que tanto una como otra fueron llamadas a la santidad, eso es ineludible.

A Juana le tocó luchar con los prejuicios de su tiempo, a ustedes con la liberalidad del nuestro. La mujer hoy está más denigrada, y el combate es más duro: el maligno será maligno pero es muy inteligente, miren si no: boliches, consumismo, telenovelas, sensualismos, sentimentalismos, mentiras, y vosotras… en medio de todo eso: no es fácil, pero nadie dijo que lo sería.

Pero Juana venció, y se mandó –o la mandaron- y ya nada pudo detenerla: fue la salvadora de Francia.

En fin, veo otras muchas coincidencias, pero solo refiero las últimas: la femineidad, la prudencia y la magnanimidad.

A ver:
  • La femineidad: que permite guardar todas las riquezas de ser mujer: pudor, fortaleza, piedad, capacidad para soportar el dolor, etc., etc., etc. Y algún sonso podrá decir (imagínenselo bien sonso diciendo esto): -Pero Juana de Arco se vestía de varón… Es cierto. Pero precisamente para no ser cómplice de miradas impuras, porque Juana no iba a meterse en un club de caballeros, sino con guerreros, muchos de ellos virtuosos, y otros que aún estaban muy lejos de serlo. Y por eso Juana no solo acepta sino que pide vestirse con ropas masculinas, una humillación que prefiere a pecar, o a ser cómplice de pecado: bien femenina la niña.
  • La prudencia: que me permite saber cómo, cuándo y en qué medida se debe actuar y cuando no. El mismo sonso: -Pero a ella la quemaron en la hoguera…! Claro sonso, por prudente: se debe obedecer a Dios antes que a los hombres.
-¿Creías obrar bien partiendo sin permiso de padre y de madre?
- Puesto que Dios me lo ordenaba, convenía hacerlo: aun cuando hubiera tenido cien padres y cien madres y aunque hubiera sido hija de rey, hubiera partido.
Estas palabras del proceso ¿no les recuerdan a estas otras de Cristo: Por qué me buscáis, no sabéis acaso que debo hacer la voluntad de mi Padre que está en los cielos? A mí sí.
  • La magnanimidad; la que dispone el espíritu para las grandes empresas, sin temor a los sacrificios y a las renuncias; virtud enteramente necesaria para la santidad.
De esto ni hablar el sonso ¿o puede acaso negar la importancia de esta niña para la liberación de Francia?

Admiren a Juana de Arco. Recién el P. Fosbery les dijo que tiene que imitarla, no dijo reproducirla, que sería absurdo, imitarla en su determinación, en su fe, en su valentía, en su patriotismo y fundamentalmente en la femineidad, la prudencia y en la magnanimidad.

¿No ven acaso que no es al azar que ustedes deban forjar estas virtudes? Ahora las queremos ver haciéndolo, es difícil ¡vaya que sí! Pero el Señor nos responde:
-¡Yo te lo mando!
Y Juana desde el cielo nos mira y nos dice: -Yo pude.


Debajo, carbón ardiente,
Que tierna carne abrasa,
por arriba, incandescente
la luz de la esperanza:

Revuela cortando el silencio
recuerdo de niña mansa
que a las órdenes del Rey
por duro camino avanza:

Un sol que se estrella
entre cotas y corazas
entre petos, armaduras
y férreas lanzas,

miles de soles parecen
alzar desde la tierra alabanzas
y adelante un sol pequeño
con un estandarte que canta:
  
“Jesús, María”
Y así con la infantería
Juana y Francia avanzan.

Ahora desde la hoguera clama
-¿Qué hice, Señor,
para no merecer más gracia?
Y otra vez la voz que repite:
-Fuiste niña santa.

Podríamos decir que gime,
Que entre sollozos
profiere amenazas,
nada de eso:

Al madero ella se abraza
Y repite en silencio
–porque eres santa,
porque eres santa.


… Espada, escudo y lanza en acción, que Cristo reine en el corazón… ¡Feliz día de la Adalid!

¡A tus órdenes!

domingo, 22 de mayo de 2016

DISCURSO 25 DE MAYO n° 2 (2013)

Estimados directivos de nuestro colegio, padres, docentes, alumnos, personal no docente, presentes todos:  

De hace unos días a la fecha nuestro colegio se ha vestido de gala, los colores celeste y blanco parecían invadir por doquier nuestras entradas, nuestros pasillos, y Dios quiera también nuestro corazón. Algo estaba asomando. 

Y algunos no se daban cuenta…  

Hace unos 203 años nuestra patria, cuyos habitantes eran el resultado del mestizaje del indio, indómito habitante de esta tierra y del noble e hidalgo español, atravesaba tiempos nuevos y convulsionados, España había sido doblegada por enemigo externo: la Francia ya revolucionada. El juramento de fidelidad que los criollos habían hecho a la Corona de España no hallaba sustento, no solo porque el Rey español había caído preso de los franceses, sino y sobretodo porque España misma había sido infiel a sus orígenes. La España de 1810 no era la España que nos trajo la fe y las virtudes cristianas que forjaron esta tierra. España antes de caer ante los franceses había caído derrotada por sus enemigos internos, se había traicionado a sí misma y la mano que hería sus entrañas era su misma mano. Como la Roma que había caído sobre el dominio bárbaro, también los españoles facilitaron el desenlace olvidándose su origen y por tanto vagaban sin claro fin. 

De este lado de la mar las noticias llegaban tardías, pero un grupo de hombres estaban prontos a aprovechar la situación para declarar que estas tierras estaban lo suficientemente maduras para ser soberanas; no se trataba de ser desagradecido, sino de empezar a tomar vuelo propio; como cuando los hijos emigran de la casa paterna. 

Hago hincapié en el hecho de que era un reducido grupo de hombres el que avistó la gran oportunidad que la Providencia cernía sobre los tiempos que le tocaban vivir y ellos estaban dispuestos a llevar adelante semejante empresa que se celebrará con los siglos. El mito moderno que idolatra las masas nos hizo creer que fueron multitudes a reclamar por la destitución del Virrey Cisneros y sin embargo  las Actas del Cabildo solo dejan constancia de que ante el pedido de los criollos (principalmente el Comandante de Caballería Martín Rodríguez) el Síndico Procurador del Cabildo hizo lo siguiente: 
“viendo congregado un corto número de gentes con respecto a lo que se esperaba, inquirió que ¿dónde está el pueblo?” Ante la demanda de apoyo firman una nota “a nombre del pueblo” unos 290 militares, casi un centenar de ex militares, y 16 frailes.Este era el famoso “pueblo” de Buenos Aires. ¿Acaso esto hace menos meritoria la gesta? ¿Acaso la hace menos Argentina y soberana? Los enemigos de lo militar y eclesial tal vez lo pensarían y se rasgarían las vestiduras ante tales datos. Así nacía la Argentina, señores, hay que decirlo. Los que gestaron tamaña empresa eran los mejores de la ciudad, y eso no tiene que ver con un status económico social, NO SE CONFUNDAN que también entonces hubo acomodados burgueses; demasiado ocupados en la matemática de sus negocios. Traidores a la causa, por ignorantes o por canallas. Porque también hay que decir que el pueblo entero, y especialmente el más austero se volcó en total apoyo, incluso a costa de su propia sangre; dejando el cuero y entregando el alma por aquella patria naciente que ellos apenas comenzaban a forjar. Si no, basta con mirar a los gauchos de Salta y Jujuy, pelear tras el liderazgo de su gran capitán, para sostener lo que los hombres de Mayo habían dictado y coronarlo en la Declaración de Independencia de 1816, sosteniéndolo, INCLUSO, más allá de 1.821. 

Les pido que por un momento se sitúen en las circunstancias: tiempos difíciles, y había que sostener una decisión polémica ante una Nación que estaba dispuesta a enviar sus tropas experimentadas y profesionales a estas tierras que apenas comenzaban a dar sus primeras milicias. El hombre de campo y la mujer de la casa iban a aportar todo lo que faltare a la institución, el amor de los hombres iba a suplir la falta de experiencia y profesionalidad. Nuestros estadistas iban a decidir con firmeza y amor al Bien Común, nuestros soldados iban a dejar su vida, el pueblo entero apoya la gesta naciente; nuestro país comenzaba a forjarse, débil y paradójicamente fuerte, ante la mirada atenta del mundo. Y el mundo lo iba a escuchar. 

Valga plantear una cosa ¿De qué nos sirve este acto? ¿Acaso como una simple memoria de tiempos pasados? ¿No es este el país que empezaron a forjar los hombres del Mayo de 1810?¿No somos nosotros los continuadores de aquella gran gesta? ¿O será que ha tiempo ya hemos empezado a traicionar nuestros orígenes, nuestra historia, nuestra identidad? ¿Será que los hombres de hoy no están dispuestos a hacer lo mismo? 

Hace un mes, en Salta, se ha derrumbado sin mucho argumento de peso un monumento a los héroes de Manchalá, se tergiversa lo real, se desoye la historia, se escribe un relato paralelo. Se veja a los combatientes en vida. A esos que pusieron el pecho ante las balas de enemigo con ideas extrañas y métodos sangrientos. Y algunos no se dan cuenta…

La gente muere de hambre, por falta de alimentos, por falta de justicia, por falta de afectos, por falta de amor. Y por falta de verdad. Y algunos no se dan cuenta… 

Esta es la batalla que nos toca librar y estamos prestos a hacerla. 

Y tal vez aquí se estén gestando los hombres que colaborarán con esta nueva Patria, que es la misma de siempre; quizá sin ruido, en la silenciosa fidelidad de los que aman, o en el fragor del combate en la cosas públicas, todos colaborando en el bien integral de la sociedad. 

Ustedes son nuestra esperanza y  la razón de nuestra labor, sin la confianza en lo que ustedes pueden hacer no tienen sentido nuestros esfuerzos, nuestros desvelos, nuestro Colegio. Porque son el horizonte que nos hace caminar. Nuestra ilusión. 

Y dos cosas queremos decirles: 
"Que la ilusión solo es ilusión para aquellos que no tienen la potencia creadora de nutrirla y realizarla en el hecho." Como bien decía Papini. 
Y que “quien es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho”  y quien es infiel en lo poco, un día será infiel en lo mucho, como lo dijo el mismo Cristo. 

Prepárense, no sea que el día llegue y  nos halle dormidos y los encuentre ocupados en la matemática de su egoísmo y entonces simplemente seamos de los que no se dieron cuenta. 

Que Dios nos bendiga y haga grande a nuestra patria.-

DISCURSO 25 DE MAYO n° 1 (para alumnos de secundaria)

Señor Rector, Profesores, Prefectos, cuerpo no docente, padres, alumnos: El Cabildo ayer.El Cabildo ayer.

Nos reunimos esta mañana del 24 mayo en el 2011 para recordar lo que sucedió hace más de 100 años en una mañana muy parecida.

El sentido de esta memoria no es simplemente anecdótica; ella nos habla de hombres concretos, argentinos como nosotros que se han visto ante una encrucijada: la fidelidad jurada al Rey de España o el gobierno propio, que nos habla de libertad y soberanía.

Es que la cosa no era tan simple: más de tres siglos de historia nos ligaban a la Madre Patria que nos legó lengua, cultura y religión. En estas tierras la palabra y el sentido de justicia aún eran cosa sagrada y nosotros nos debíamos en mucho a España. Pero algo había cambiado: La España de aquel momento no era la España de la conquista, la España que nos evangelizó y la España que nos inculturó:

“Las Españas de América –dice lúcidamente nuestro genial Caturelli- que habían conservado intacta la esencia de la hispanidad, resultaban ser, paradójicamente, más hispánicas que España; por ser fieles a sí mismas y al antiguo pero siempre presente proceso descubridor comenzado cuando Colón plantó la Cruz en las playas de Guanahaní, conquistaban ahora su independencia política.”

La Patria que había nacido en el mestizaje criollo de siglos anteriores ya estaba lista para soltarse la mano y empezar, por sí misma, a escribir su propia historia.

Así lo entendieron algunos de los principales hombres de Buenos Aires y por eso aprovecharon las circunstancias y sabiendo leer el deber de la hora se lanzaron con ardor de espíritu y una decisión inquebrantable a la conquista de la independencia. El pueblo acompaño a estos valientes hombres, primero desde la gloriosa e histórica Plaza de Mayo y luego desde los no tan elegantes pero no menos gloriosos campos de batalla, dispuesto a defender con armas y con su propia vida el grito de independencia. Hombres sabios y peritos, hombres rudos y campesinos, todos unidos en la común virtud del patriotismo y ahora recordados a través de los siglos.

No es simplemente anecdótica –decía- nuestra memoria de estos hechos pasados. A nosotros el recuerdo de tiempos gloriosos no nos convierte en románticos o melancólicos, el recuerdo de lo glorioso nos impulsa a la acción.

El padre Castellani se lamentaba de la decadencia de nuestro tiempo y escribía:

“Un país de plata, su nombre significa “La Plata” 
y la plata va siendo lo único que se acata.


Pobre patria en manos de hombres tenderos o charlatanes,
¡será posible hayan muerto ya todos tus capitanes!

Pobre patria en este ambiente de necios y de pelaires;
¡Que Dios te mande tormenta y buenos aires!”

El sentido de patria se iba perdiendo y hasta en las escuelas ya no se enseñaba patriotismo que es lo más necesario a una Nación, por eso este hombre tan culto decía extrañamente:

“Mas si yo tuviese un hijo le daría un buen caballo… 
para huir de las escuelas, los pedantes, los diarios.
  
No le enseñaría a leer, mucho menos a escribir,
lo enviaría a las estancias a soñar el porvenir
y a aprender la única forma digna nuestra de morir.”

Miren qué curioso porque también el Martin Fierro decía algo parecido:

“Hay hombres que de su cencia 
tienen la cabeza llena,
 hay sabios de todas menas;
mas digo, sin ser muy ducho:
es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas.”

Nosotros queridos profesores y alumnos queremos dejar de lado el “bienestarismo” y la pedantería, es decir, el orgullo. Nosotros queremos aprender mucho, pero sobre todo queremos aprender cosas buenas, queremos levantar, juntos, como aquellos hombres del mayo de 1810 una patria soberana y eterna.

¡Tarea difícil si las hay! Pero no hubiese habido ni Mayo, ni acto, ni escuela, sin hombres de talante valiente. Eso queremos generar. Para eso nuestro colegio.

No me quiero despedir sin recordar la pregunta que una vez me hiciera y su respectiva respuesta en versos (espero que me tengan paciencia):

¿QUÉ ES SOBERANÍA?

Soberanía es la espada enterrada
De un viejo soldado del viejo Colón
En tierras ignotas plagadas de erratas
Y nacidas novatas en gran Fundación.

Es el cimiento de voces lejanas
Que cantan historias de grande valor.
Soberanía es la Plaza de Mayo,
El Congreso pintado de verde color.

Es la valiente Vuelta de Obligado,
Y es el  homérico gaucho montado
En legendarios corceles alados
que ya han conquistado El enorme temor

de invasores trajeados de rojos colores
y distintos colores, del mismo color…
Es el hombre del campo, la mujer de la casa
es el hombre de hombres, el hombre de ideas
y nuestro hombre fraguado en difícil acción

Es la gran montonera, el grito de Güemes,
un poncho colorado y un noble blasón.
Es el Andes helado y también…
El valiente soldado que en Malvinas luchó

Soberanía es el brazo esforzado que la tierra labró,
Soberanía es la voz que cantó en castellano
proezas del magno soldado y  la gran Religión

Es la guerra enconada al malvado malón,
Sea viejo, sea nuevo, que el alma no ceda,
Que se vista de pluma o se vista de seda
Si es el brazo enemigo de mi gonfalón.

Soberanía es la eterna custodia
De una cruz enterrada con grande tesón
Soberanía Es la guarda perenne
del “conditor” divino del gran Cicerón

Hoy nos encontramos reunidos de nuevo, en el patio de nuestro amado colegio frente a las banderas por las que lucharon nuestros abuelos y debemos hacernos aquellas dos preguntas que se hacía el pueblo en aquel momento: ¿Qué sucede? Y luego: ¿Yo que puedo hacer?

La Patria es memoria del pasado, pero sobre todo deber irrenunciable para con el futuro. No es para nosotros un mero cúmulo de emociones, fruto de la sensibilización de los afectos; tampoco creemos que la patria sea una mera construcción racional, producto del ocio de los hombres; la patria – y escúchenlo bien alumnos- es un don, un misterio, un camino de salvación; y por eso creemos en esa frase latina: “Pro Patria ad Deum” (Por la patria hasta Dios). Por eso entonces es deber de todos.

Así la entendemos, así la pensamos, así la amamos. Ese es nuestro deber. 

FELIZ DÍA DE LA PATRIA.

El Cabildo hoy.El Cabildo hoy.

lunes, 2 de mayo de 2016

HABLEMOS DE MÚSICA

“La historia no está así escrita de antemano y toda la historia es como una espléndida sinfonía en la cual Dios, amo de la historia, es un músico y la misma historia es esa inmensa sinfonía; este músico inefable conduce la historia y es a la contemplación adonde nos conduce.” (cfr. Henri Irene Marrou)
Queridos directivos, profesores, personal no docente, padres, alumnos:
El día 22 de noviembre se celebra el Día de música en honor a Santa Cecilia, mártir. Nos parece una iniciativa excelente la de celebrar un día de la música, y nos parece también oportuno que se la celebre en el día de una santa.
Es una gran iniciativa celebrar la música, pues con música celebramos toda ocasión de alegría, con música alegramos el corazón y aliviamos también alguna pena. ¿Cómo no celebrar la música si con ella expresamos nuestros más caros sentimientos y aún nuestros pensamientos más complejos, incluso mejor que lo hacen nuestras palabras?
Podríamos decir temerariamente: dime qué escuchás y te diré cómo sientes, te diré qué piensas y hasta qué tan cultivado es tu espíritu. Hazme oír música de tu pueblo y lo voy a describir. La música nos identifica. La hay para momentos alegres, para días nublados, para alentar en una cancha e incluso para recordar una batalla.
La música está presente en toda nuestra vida, y valga decir más: nuestra vida misma es música. El Universo lo es. La música es primariamente armonía, una melodía es armonía de sonidos en el tiempo… pero música también es un término que se ha utilizado para expresar el arte en general, que valga decir provenía de la inspiración de las musas, de allí el nombre de música.
La música se extiende a todo arte, y a la vez el arte puede extenderse a todo el universo, y es que el cosmos es orden, armonía, belleza ¿acaso no es armoniosa la variación de los días y las noches? ¿no es música el paso desde el verano al invierno? ¿No son ordenadas las estaciones del año a las que Vivaldi mismo le dedica una Obra, o mejor dicho las representa en notas sonantes? ¿No es música el árbol elevando siempre, o casi siempre, su copa al sol y enterrando sus raíces buscando minerales? ¿no es música la araña tejiendo su tela y el hornero batiendo las alas? ¿No es música aquellos colores y el viento que acaricia a los cerros?
Es verdad que hay tonos disonantes, los hay. Una enfermedad me suena a desafinación, la muerte es un ruido extraño, mis pequeñas desilusiones cotidianas son notas disonantes, rompen la armonía. O incluso tengo la sensación de que yo mismo soy el que no encajo en el todo. Pero fíjese: incluso con ellas podemos hacer una nueva melodía, recuerdo una película, se llama Crescendo, en ella la actriz principal decía lo siguiente: “las notas discordantes arruinan la sinfonía, como en un piano, si está desafinado, es inservible, las notas discordantes arruinan la sinfonía A MENOS que acojamos esa nota discordante y la utilicemos para usar una nueva sinfonía.”
El dolor, la enfermedad, la muerte, todo puede ser bien usado. Al respecto decía Borges que todo era “arcilla para su arte”, me permito citarlo, antes de terminar, aunque sea un poco largo; aquel día hablaba de la ceguera, su propia ceguera, y decía esto:
"La ceguera es un modo de vida (...), que no es totalmente malo, totalmente perverso, recordemos ahora los versos del mayor poeta español, de Fr. Luis de León:
"Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo."
Vivir sin odio es fácil (...) -continuaba Borges-, pero vivir sin amor es felizmente imposible para cada uno de nosotros (...) y si aceptamos que en el bien del cielo puede estar la sombra, entonces ¿quién vive más consigo mismo, quién puede explorarse más, quién puede conocerse más asimismo, según la sentencia socrática, que un ciego? (...) Forzosamente tiene que pasar horas de soledad, y para un escritor esto no es malo, el escritor vive la tarea de ser poeta, y no es tarea que se cumple con un determinado horario. Nadie es poeta de ocho a doce y de dos a seis, quien es poeta es poeta continuamente, se ve asaltado continuamente por la poesía, del mismo modo que un pintor, creo yo, siente que las formas y los colores están asediándolo, como el músico siente que el mundo de los sonidos, el mundo más extraño del arte, está buscándolo siempre, que hay melodías, y porque no discordias también, que lo buscan. Por esa tarea, para la tarea del arte, la ceguera no es del todo una desdicha, es una herramienta. Desde luego, para un escritor, o para todo hombre, todo lo que le ocurre es un instrumento, todas las cosas le han sido dadas por un fin, y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista (..)todo lo que le pasa: incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras... todo le ha sido dado como arcilla como instrumento para su arte (...) Por eso yo hablé en un poema del antiguo alimento de los héroes, la humillación, la desdicha, la discordia, todo eso nos ha sido dado para que hagamos (...) cosas eternas, que quieren ser eternas (...). Todo eso me hace pensar que su desdicha no es desdicha total."
¿Quién puede entender mejor esto que una santa, y una santa capaz de dar la vida en testimonio de su fe? Si el cristiano es el más capacitado para descubrir la belleza del cosmos, su orden y su designios ¿no es también el más preparado para ver aún en las notas discordantes rastros de bien? Y es que en toda la creación se hallan vestigios del Creador…
Decía Chesterton: “El asombro tiene un positivo elemento de alabanza. (…).
Sentí en mis huesos, primero, que este mundo no se explica a sí mismo...
Segundo, llegué a sentir que la magia tenía un significado, y un significado debe tener alguien que lo signifique. En el mundo, había algo personal como una obra de arte. Lo que significara aquello, lo significaba violentamente.”
Y también dijo Pieper:
“Tales certezas significan fundamentalmente una sola cosa, siempre la misma: el mundo está en su sitio, todo llega a su meta; a pesar de todo, en el fondo de las cosas, hay paz, salvación y gloria; nada ni nadie está perdido, (…).
De este tipo de contemplación del mundo creado se alimenta incesantemente toda verdadera poesía y todo auténtico arte, cuya esencia es ser alabanza, loa, más allá de todo lamento. Y nadie que no sea capaz de esa contemplación puede componer de manera poética, esto es, de la única manera que tiene sentido. El carácter incesante del arte musical, su condición de necesario para la vida del hombre, reside, sobre todo, en que, a través de él, la contemplación de la creación se sustrae al olvido y permanece vigente.”
Quien así ve el mundo, ¿no verá también en lo discordante una oportunidad? Le basta tan solo mirar al Dios crucificado, el más bello de los hombres alcanza su plenitud desfigurado. Parece una paradoja y no lo es: ahora lo deforme y lo discorde es oportunidad.
Santa Cecilia hizo de su muerte un hermoso canto de alabanza; y su vida, sin haber entrado en cadencia, sino acallada violentamente, es puerta al coro de los ángeles…
¿Recuerdan a los jóvenes caldeos que son capaces de cantar y bailar en el horno ardiente? De ese modo imagino a Santa Cecilia, quien también cantaba a Dios en sus angustias. Todo es motivo de alabanza.
Por último quiero recordar otra película, August Rush, el personaje principal cierra diciendo: “Escucha. ¿La oyes? La música. Yo la oigo en todas partes. En el viento, en el aire, en la luz. Está por todas partes. Todo lo que tienes que hacer es abrirte. Todo lo que tienes que hacer es escuchar.”
La vida es música, escuchá, cantá, bailá. Pero esperá; que hay un lugar en donde las discordias ya no existen; por eso le pidamos a santa Cecilia que nos susurre en sueños un cántico celestial, que nos haga -a todos- nostálgicos del Paraíso.