martes, 22 de marzo de 2016

PRESENTACIÓN DEL LIBRO MENTIRÁS TUS MUERTOS -SALTA 2015-

La Función que hoy me compete como presentador de estos hombres, es a la sazón la misma que tiene quien me la ha encargado: a saber el Centro de Estudios en Política, Historia y Derechos Humanos Salta: esta función no es otra que ser Puerta, no más que puerta, pero tampoco menos que eso. Y Su función es importante, en este caso, en tanto apertura, pasividad de quien deja que lo que tenga que pasar pase: no es en este caso división, sino invitación, al modo de aperitivo, pues aperitivo viene del latin “aperio”, que significa abrir; por tanto rápidamente vamos a hacernos de lado, sin llamar mucho la atención para que esta puerta no sea estorbo ni demora, sino aperitivo que invite a la inteligencia a degustar de su objeto propio: la verdad.

Esta es nuestra primordial tarea, no sin antes decir algo respecto a todo esto que va a suceder a continuación, así que permítame ser, aunque sea brevemente, como es mi intención, un buen presentador de esta suculenta mesa:


Tenemos presentes entre nosotros a los sres. José D’Angelo y Luis Labraña, quienes nos complacen son su visita. José Luis D'Angelo Rodríguez  nacido en Mendoza en 1956 es militar y periodista. Egresó del Colegio Militar de la Nación como Subteniente de infantería en 1980 y en los años  1987 y 1988 participó en los episodios protagonizados por los denominados carapintadas, en el año 1989, mientras era miembro de la Compañía de Comandos 601, asistió como voluntario a defender el Regimiento de la Tablada que había sido atacado por los guerrilleros del Movimiento Todos por la Patria. Hoy D’Angelo oficia de periodista y profesor de periodismo,  ha dirigido diversas publicaciones acerca de los sangrientos años 70’s y ha fundado una asociación que intenta conciliar a víctimas militares y guerrilleras de la violencia desatada en esos años de fuego.


El sr. Luis Labraña fue militante activo de las FAP, Fuerzas Armadas Peronistas, primero y de la Agrupación Montoneros después, ambas organizaciones guerrilleras armadas que perseguían el ideal de la patria socialista, fue durante muchos años un exiliado en Europa donde también fue profesor universitario y hoy siendo licenciado en lingüística se dedica a la docencia y sigue trabajando por la patria, pero esta vez buscando la pacificación en la verdad. No se define un “arrepentido” pues aun reconociendo errores cometidos en la juventud se sabe convencido de lo que hacía, sin cargar en la conciencia con ser un entregador de sus antiguos compañeros de armas.

Estos señores nos honran por su presencia en ocasión de presentar el reciente libro de José Luis D’Angelo, que valga decir: está dando mucho qué hablar. Es un libro polémico, sin embargo eso, y tal vez también un poco a causa de eso, el Centro de Estudios Salta ha querido presentarlo aquí, en la valiente Salta.

Es que es un libro que viene a poner sobre el tapete lo que muchos argentinos quieren saber: ¿qué es lo que realmente se está haciendo con la actual política de Derechos Humanos? Es un sentimiento cada vez más común este que ante cada acto en esa línea nos planta frente a una encrucijada en la que los pensamientos y sentimientos se vuelven ambiguos y encontrados, ¿es realmente todo esto un homenaje a las víctimas? ¿Todo esto es una tribuna dónde se predica la justicia para con las víctimas de tiempos tan convulsos o es más bien una especie de escenario burlesco, teatral, o circense dónde se saca provecho de aquellos que, convencidos, dieron su vida por un ideal? Bien lo plantea el sr. Luis Labraña, conocedor de primera mano de todo esto, podría enseñarnos no solo de los hechos, sino acerca de la manera de cómo leerlos: con la apertura intelectual de quien busca desinteresadamente la verdad, muestra de lo cual es su propia vida. Es ese precisamente el mérito que el sr. Labraña reconoce al sr. D’Angelo:  el de la profundidad y la honestidad intelectual, y es un mérito que también nosotros queremos reconocerlo, a D’Angelo y a Labraña, creo personalmente, convicción religiosa aparte, y salvando las distancias que el sr. Labraña es un Agustín de Hipona de nuestro tiempo y nuestro espacio, de aquel que abreva incesantemente en diversas fuentes hasta que finalmente su corazón inquieto descansa en la verdad. Es un proceso, Luis, que esperamos tenga final feliz.

Profundidad y honestidad intelectual es lo que Luis reconoce en José, y también eso reconocemos nosotros: este es un tema muy delicado que hay que tratar con mucho respeto, no se puede abordar superficial ni tontamente, como quien toma un cristal valioso con manos toscas. José no solo demuestra en su obra que tiene el temple de hombre de bien, honesto y desinteresado, sino que además, es un hombre capaz, pues no basta con querer hacer el bien, además es preciso hacerlo, y hacerlo bien.

D’Angelo, y ya termino, ha dado muestra cabal de capacidad intelectual para leer con profundidad y generosidad de miras este tema tan escabroso, su trabajo no es solo acumulativo de datos, tiene además la intuición empática que se requiere en historia para amalgamar los datos sueltos, y en ocasiones ocultos… en las páginas de “Mentiras tus muertos” no solo hay honestidad, hay inteligencia, en sus páginas no solo hay recortes de noticias, en estas páginas desfilan Aristóteles, Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, Hegel, Marx, Sun Tzu, Gramsci y Fukuyama, aunque no se los nombre siquiera una vez. Todos bien comprendidos y sintetizados en un libro periodístico e inteligente, al alcance de todo hombre, que como nuestro Luis Labraña tenga la capacidad para degustar una verdad que duele, pero que es preciso abordar, como es preciso que drene la sangre coagulada.

Verdad es lo que buscamos, sin pretendernos dueños de ella, sino más bien buscadores, pero sin intereses espúreos, es por eso que llamamos al diálogo, abrimos al dialogo, que más bien creemos se trata de una trilogía donde tres logos se encuentran: el tuyo, el mío, el de la cosa misma, mi inteligencia y la tuya confluyen en la verdad, siempre y cuando no tenga la voluntad de desviarla.

Muchos son los inconvenientes que se presentan en esta empresa. Lo saben muy bien quienes vinieron con tanta generosidad a visitarnos, MUCHOS SON LOS INCONVENIENTES, pero no venimos a traer la espada, como quien divide, venimos a traer, si me permiten la analogía, una cruz o una alianza que nos una. Otros fueron los tiempos de la espada, y en otros tiempos fue necesaria, no creemos que este lo sea en esta hora. Queremos hacer un aporte a la verdad, no tenemos todos los medios ni aparatos propagandístico, tampoco creemos que los necesitamos: Agustín de Hipona decía: “La verdad es como un león, solo dejala suelta y ella se defenderá sola.” Y Carlos Sacheri, con quien siento mucha cercanía por ser él profesor de filosofía, como yo, aunque muerto en aquellos años de sangre dijo: “El marxismo necesita el monopolio exclusivo de la propaganda; la lucha eficaz contra el marxismo comienza a tener éxito cuando uno logra hacer sentir su tímida y pequeña voz individual frente a todos los sonoros altoparlantes de la propaganda marxista. Cuando hay otra campana ya la gente comienza a recuperar su condición de ser racional y comienza a pensar, a no dejarse invadir por los slogans”.  No importa si es el marxismo o cualquier otra ideología, la bandera no nos interesa si no es amiga de la verdad.

Buscamos el Bien Común de nuestra Nación, Bien que sabemos convertible con la Verdad, buscamos sí justicia, pero convencidos de una cosa: no es posible la justicia sin verdad. Estamos preocupados y dolidos con tanto oportunismo en el que se irrespeta a las verdaderas víctimas y en el que, faltos de escrúpulos se inventan víctimas y claro, también algunos victimarios. Ante esto predicamos nuestra máxima: “La verdad nos hará libres.” Nos la merecemos todos los argentinos.

Con estos valientes hombres y esta inteligente obra queremos invitarlos a pensar, y también pedirles que recibamos a hombres tan generosos, valientes e inteligentes con un fuerte aplauso.

http://www.lagacetasalta.com.ar/nota/31764/sociedad/lagacetasalta.com.ar

DISCURSO POR EL ACTO DEL DÍA DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA (Para alumnos de primaria y secundaria) Año 2012

“Un reino dividido contra sí mismo está condenado a desaparecer”, dijo Dios. Lo dijo Dios, Cristo, la Palabra eterna, por labios del evangelista Marcos: “Un reino dividido contra sí mismo, está condenado a desaparecer”.

Eso han querido, amados compatriotas (y perdonen que no haya sido formal en el inicio de mi discurso): Sra. Directora, señor Vice director, docentes, prefectos, personal no docente, padres, alumnos: un cúmulo de intereses representativos de algunos han querido hacernos desaparecer en la diversidad, en la no – identidad de un pueblo. Es que dos importantes bandos han peleado, hermanos, hasta la sangre y más aún por decidir el rumbo que debía tomar nuestra nación. Ha sido una guerra fratricida por quienes se han denominado “jóvenes idealistas” y quienes se consideraban custodios de la patria. Los hermanos se han peleado.

“Los hermanos sean unidos,
Porque ésa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.”

Este gaucho rotoso, y que se ha portado mal en ocasiones, supo dar sabios consejos a sus hijos:

“Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.”

Cuando era niño - recuerdo- solía juntarme con mis primos (que eran muchos a la sazón) en casa de mi abuela, y de allí íbamos a jugar fútbol, contra los de esa cuadra, contra los de otra; no éramos buenos, pero nos conocíamos. No es que siempre ganáramos, pero una cosa era segura: cuando nos peleábamos, nos ¡“devoran los de ajuera”!. Quizá sea por eso, entre otras cosas, que nuestras mamás siempre cuidaban y cuidan porque seamos unidos y no estemos peleando. Nuestros padres quieren una familia unida, alumnos, y por eso en ocasiones deben regañarnos y no está mal eso.

Hemos sido víctimas de intereses ajenos a nuestro ser (nos devoran los de ajuera). Hoy la patria, que es madre, nos regaña, nos dá un tirón de orejas, y se duele, créanme profundamente cada vez que reflotamos nuevos odios,  nos recuerda que está mal pelearse; ¡el mal que nos causó!

Perdonen que haga saltos de la patria a la familia y de la familia a la patria, pero es que están tan relacionadas… y es curioso porque Marcos evangelista después de la frase citada dice: “Y una familia dividida tampoco puede subsistir”. Es que lo que se practica en la familia se demuestra en la vida social y ciudadana. Hay que cuidar la familia y se salvará a la patria. Nuestros abuelos procuran no dejar la familia dividida a su muerte, la patria gime de dolor cuando queremos reavivar viejas heridas.

Es magnánimo recordar en la mesa navideña los males que me ocasionó mi hermano, y sin embargo sentarme en la misma mesa a disfrutar y planificar la familia, no tolerándolo sino amándolo. Con todo y sus defectos.

Olvidar no es posible, ni lícito tampoco. La memoria es un hecho que no podemos evitar en los sucesos trascendentes y es también una luz de alarma ante eventos subsiguientes: “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, decía el español Ruiz de Santayana, y tenía razón. Pero a la historia hay que asumirla no como quien tiene una cadena al tobillo, sino como quien se tensa antes de dar el brinco y eso requiere de grandeza.

Un gesto tal fue el de Belgrano, que aunque extraños y enemigos de su patria, después de importante batalla hizo una inscripción en una cruz que decía: “a los vencedores y vencidos”. Gesto magnánimo el de San Martín que se negó empuñar la espada contra compatriotas (y pensar que muchos siguen haciéndolo día a día). Es a los muertos a los que recordamos, a ese triste saldo que nos ha quedado a más de treinta años; muertos de la fuerzas oficiales y las que no lo eran, “izquierdistas” y “derechistas”, niños y viejos, ricos y pobres, todos argentinos; NUESTROS muertos, “vencedores y vencidos”. "Una verdad a medias no es media verdad, es una mentira" decía Estrada, también es importante recordar eso. Preciso es no dejarme engañar por aquellos que están interesados en continuar la guerra con los odios. Debo recordar, pero recordar todo para no caer en simplificaciones contrastantes, buscar la verdad, porque en la verdad se hallará la justicia, que no es igual que venganza; por favor no confundir.

Tampoco debemos caer en los vicios opuestos de una historia negra o color de rosa, son banquinas que debemos evitar: “la verdad nos hará libres”. Pero “para ser libres nos ha liberado el Señor”, dice San Pablo; nos ha liberado de nuestros egoísmos, de nuestra carnalidad pequeña y encerrada en los límites de mi diminuta temporalidad, para dar un salto  más allá de este tiempo y de todos los tiempos. Por eso creo que muchas veces del laberinto solo se sale por arriba, es preciso elevar los ojos y jurar como juraron todos nuestros próceres defender mi patria en honor a la Justicia y a la Verdad. Porque como decía Fierro:

“Que no tiene patriotismo,
Quien no cuida al compatriota.”

Y eso empieza ya por casa.

“Levantate, toma tu camilla y sígueme”.

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.

domingo, 20 de marzo de 2016

"QUIERO SER BURRO" Domingo de Ramos

En la mañana soleada de hace una década, a campo abierto, cuando en floreciente juventud un grupo de amigos intentaba descubrirme los ojos a la fe pensaba esto: “Cómo hubiera querido estar en los tiempos del Mesías, podría haber sido su discípulo valiente, un soldado que cortara, no una oreja sino las amarras enteras de mi Salvador, etc. etc.…”

Es que en la temprana juventud uno descansa las esperanzas en las propias fuerzas; y como queriendo justificar la cosa: las propias fuerzas en esta etapa parecen insuperables, el fervor es genuino y tremendo… y sin embargo conserva no solo inocencia, sino además algo de ingenuidad y una dosis de orgullo voluntarioso.

Ahora el tiempo despierta en mi corazón un ansia más pequeña pero quizá más acorde a mi realidad: la del borrico.

Cómo agradecería ser como aquel asno que el Señor misericordiosamente eligió de antemano (Mt. 21, 2). Sé que al cargar en una entrada triunfal al Rey de los reyes seré la envidia de los mejores corceles; y a la vez –orgulloso y empacón- la vergüenza de mí mismo, pero ni lo uno ni lo otro guardan importancia ante tal honor.

Creo que esa fe inicial era la de los hijos del trueno (Mt. 20, 22), o tal vez la del valeroso Pedro antes de terminar la Cena (Mt. 14; 21). La fe de hoy ya “lloró amargamente” (Lc. 22; 62) y tal vez sea serena aunque timidona y desconfiada de uno mismo, quizá como la de Pedro antes de Pentecostés; ojalá en algún momento sea la fe certera del Pedro que sabe lo que Dios hace con la miseria humana. Ojalá a este burro Dios también le ponga una soga y lo lleve a dónde él no quiere (Cfr. Juan 21; 18); ojalá sea tan fiel que a donde vaya lleve siempre a su Señor.

Si hasta la burra de Balaam pudo profetizar, este balbuciente también podrás si se lo pides y acompañas.

Sigue eligiéndome, mi Rey, que aunque burro y todo quiero servirte. Como héroe, como soldado, como valiente, como burro. “Dame lo que me pides, y pídeme lo que quieras”.



domingo, 6 de marzo de 2016

SANTO TOMÁS ES MÁRTIR


Porque si acaso entendemos que "mártir" quiere decir "testigo", debemos decir que Tomás fue un testigo, un testigo fiel. Y ese sería su título preferido, me atrevo a decir, entre los mil que le hemos puesto.
Sus hagiógrafos a menudo nos recuerdan  que era grande su devoción al Cristo transubstanciado, y él mismo referenciaba que aprendía más frente al Santísimo que frente a sus libros; Tomás estaba destinado a ser un gran abad, cosa grande a los ojos de Dios y de los hombres, pero se hizo un fraile pobre, (cosa grande casi exclusivamente a los ojos de Dios, porque los hombres, salvo uno que otro Fr. Luis de León, no ven con agrado la pobreza), ser fraile y fraile dominíco significa ser estudioso del Señor y de su obra, ¡y darla a conocer! Fue fraile cabal, que solo se dedicó a mirar al que es Verdad y contarnos lo que en Él está contenido. Se dedicó a estar ahí, cerca del Señor, ver quién era y cómo actuaba, para venir presuroso a contarnos: "¡Miren, miren, que por allá viene el Señor!" "¡He encontrado al Mesías!" (Jn 1, 41); Tomás fue testigo fidedigno, hijo dilecto de una nueva Orden religiosa cuya máxima dice apenas escuetamente "Contemplata allis tradere", transmitir aquello contemplado. Y fue su máxima. 

Llenó del Señor hasta rebasar; el "buey mudo" (como solían llamarlos sus compañeros de aula), mugió con un mugido tal que sigue maravillando al mundo entero, tal como lo profetizara Alberto Magno al conocerlo. Por todo esto, santo Tomás es testigo, mártir.
Pero voy a atreverme a más, Tomás -creo- como todo mártir, ha muerto a causa de la Verdad, por amor a ella. Es conocido aquel renombrado dialogo de Tomás con el Cristo, cuando de rodillas se nutre de la Verdad múnifica de Dios, nostálgico, deseoso de aquello que solo veía en sombras:
"-Bien has hablado de mí, Tomás ¿que deseas de mí? -le dijo el Cristo-
- Solo verte a Tí, Señor."

Lope de Vega habríale respondido : -¿Qué deseo yo, mi Señor? en todo caso ¡¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?! Santa Teresa o San Juan de la Cruz le habrían dicho: ¡Muero porque no muero!, ¡Tú me mueves! ¡No me tienes que dar porqué te quiera! ¡Rompe la tela de este dulce encuentro! o podríale haber respondido como Pedro Malón de Chaile:
Vuélveme , dulce Amado,
el alma que me llevas con la tuya,
o lleva el cuerpo helado
con ella, pues es suya,
o haz que tu presencia no me huya. 
Pero Tomás era fraile, y le dijo: -"Tantum videre te, Domine." Escueto, casi marcial. La voz de un soldado que pide la estancia sin soltar las armas. "Solo verte a Tí, Señor", porque en eso, y solo en eso, consiste la felicidad. Si quieres que pase de mi este cáliz, si quieres. Pero, si acaso hiciere falta en el combate, no te olvides de mí.

El resto también es conocido: Tomás conoce a Dios, ve la Bienaventuranza Eterna (Cfr. Jn 17, 3) y vuelto, lleno de un amor inefable, todo le parece heno, pura sombra e imagen, su obra es tan poco que merece el fuego. Y sus obras, bien para nosotros, salvan de las llamas por muy poco. Sin embargo, Tomás se vuelve taciturno, nostálgico. Ya no escribe más, se consume de amor, hasta que el amor lo busca y rompe la tela de ese encuentro.

Tomás parte a ese encuentro el 7 de marzo de 1274, hace 742 años. Nada.

Que deseemos lo mismo, Señor, y que nuestro deseo sea nuestro premio.