lunes, 23 de febrero de 2015

SOBERANÍA NACIONAL

Se puso de moda en mi patria hablar de soberanía como si fuese cosa reducida al patrimonio económico del país, o simplemente se la reduce a un término que, dependiendo cómo lo vea, es análogo, pero ni por  asomo equivalente: autonomía.

Es tarde para hacer un análisis acabado de la cuestión, y mañana hay que salir a buscar el puchero; pero valga apenas mencionar que si hay soberanía, debe haber Soberano; y la cosa ha de entenderse así: o el soberano es  Dios o el soberano es el hombre, llamese pueblo, rey o presidente; pero si la soberanía es de todos, o de la suma individual devenida en mayoría, la soberanía es tan vaga como la masa soberana. ¿Y si el soberano no es muchos, ni pocos, sino uno? Pues el patrimonio sobre el que se ejerce soberanía es más claro, pero sigue siendo contingente, reducido a la finitud del individuo soberano. A lo que la mezquindad de su realidad espacio temporal tenga alcance. Así lo entienden los liberales. La patria soberana, si la hay, será solamente un conjunto de bienes patrimoniales individuales, temporales, circunstanciales. Lo que prima es la circunstancia. Y aquí hay cierta autonomía, la norma la pone el individuo, o la suma de ellos.

¿Pero qué si el Individuo Soberano es a la vez Universal, Infinito, Eterno? Pues aquello sobre lo que su autoridad se extiende será al menos más amplio que una realidad espacio temporal equivalente a un manojo de decenios. Ahí se se entiende la conciencia de lo Nacional, de lo histórico, de los patrimonios más amplios que el egoísmo matemático propone, que lo el materialismo liberal o dialéctico alcanza. Y habiendo soberanía sobre un patrimonio que es más amplio que lo material, que es corruptible y corruptor, habiendo vera soberanía, digo, no hay ni puede haber en el mismo sentido autonomía, hay libertad, más no en modo absoluto, si la norma traspasa mi realidad circunstancial (por atrás como legado, por delante como misión) no soy yo quien la pone, aunque, claro, puedo ser yo quien la ejerce. Y aquí prima la eternidad. Aquí la libertad se plenifica con la Providencia, y la misión trasciende el bienestar material, aquí se entiende aquella libertad que sacrifica el confort y la vida de forma certera. Solo aquí cobra sentido el negocio de andar en taparrabos si es el precio de la libertad.

Pero sin embargo, hoy abunda el necio que, sepalo o no, entiende la soberanía como patrimonio (lo que viene de los padres; o sea una cierta trascendencia, pero solo hacia atrás, que no hacia adelante; es decir que en el mejor de los casos dice herencia, pero nunca misión), y el patrimonio como bien material, y que la autonomía es de los poderes económicos.

Mejor lo explica Castellani:

"Un país de plata, su nombre significa “La Plata”
y la plata va siendo lo único que se acata.

Pobre patria en manos de hombres tenderos o charlatanes,
¡será posible hayan muerto ya todos tus capitanes!"






Pobre patria en este ambiente de necios y de pelaires;
¡Que Dios te mande tormenta y buenos aires! 

1 comentario:


  1. Que si no todos tus capitanes han muerto, unos tantos están presos... y los otros dormidos. Pero para esos se ha escrito:

    "¡Despierta tu que duermes!" Y algunos, algunos, ya responden en tímido coro: Adsum!

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