lunes, 19 de septiembre de 2016

SI DIOS ME DA LA GRACIA DE UN HIJO...

Si Dios me da la gracia de un hijo, que no es un derecho ni una decisión, le enseñaría primero a ser agradecido. Y que a quienes más le debe es a Dios, a sus padres y a su patria. Le voy a decir que antes que la democracia está la patria y que más importante que ellas es la Verdad. Le voy a enseñar a ser libre (que es algo que se debe aprender), y para eso ANTES le voy a pedir que obedezca. Voy a “apretar” su inteligencia para que descubra la verdad, voy a fortalecer su voluntad para que se dirija al bien, voy a afinar su espíritu o espiritualizar sus sentidos para que descubra la belleza; y descubierta voy a pedirle que nunca deje de asombrarse ante ella. Le voy a mostrar que el hombre es distinto a la mujer, y que antes de pedirle a Dios una buena mujer debe procurar hacerse un hombre. Le voy a decir que en la escuela podrán enseñarle el alfabeto, pero que en casa aprenderá a leer; le voy a contar del Quijote, de Fierro, de Chesterton, de Papini y de los héroes de su patria, le voy a hablar de un curita que me hizo mucho bien; le voy a narrar de sus bisabuelos y le voy a rogar que no pierda ocasión de charlar con sus abuelos. Le voy a enseñar a valorar a los amigos y la vida social, pero más el silencio y la soledad. Que la política no es la economía. Le voy a enseñar a andar a caballo, a ensillar y a plantar algo, lo que sea. También de chiquito un deporte… de chiquito, cuando aún no sabe jugar.
Nunca le diré que debe aprenderlo todo y que la experiencia permite elegir mejor. Le diré que NO es cierto que para lograr algo basta que él lo quiera: antes que citarle frases exitistas lo mandaré a leer a Job, san Agustín antes que conocer a Perón. Le voy a decir que los principios sin virtud son un hermoso cheque sin fondos. Le voy a hablar del heroísmo, pero en esa línea le voy a enseñar que la victoria es algo ajeno a su decisión; que al hombre le atañe el combate ¡pero bien combatido!: que la mansedumbre sin astucia es de idiotas, pero que la astucia sin mansedumbre es de felones.
Le voy a dar una opinión: que su oración debe al fin reducirse a esto: 1. “Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras conmigo.” 2. “Dame, Señor, lo que me pides y pídeme lo que quieras.”
Y Un día, de viejo y entre risas, le voy a pedir perdón. Perdón porque más que eso (y hoy dudo que incluso eso) puedo.
Tal vez solo sea una cosa de insomne, tal vez no.

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